Conectar con la niña pequeña y escribirle una carta a madre.


Hola Ma, 
Es raro escribirlo pero siento que no me quieres. Espero que no se malentienda, sé que haces las cosas que las mamás hacen y que, a tu modo quieres que yo esté bien, pero en eso yo pierdo mi identidad. No me escuchas, ni me ves... y quizá por lo mismo tampoco yo me escucho ni veo. 

Cuando me haces la ley del hielo, un peso gigante se aprisiona en mi pecho. Cuando sé que estás enojada y tarareas... me desespero y al verte comer sin control siento rabia. Porque también yo estoy comiendo de esa forma. 

No recuerdo actividades o cosas memorables que vivimos juntas, excepto los cumpleaños de la infancia, eran grandes y divertidos con actividades que tu ideabas. 

Siento que soy mala para todo, no sé andar en bicicleta, las cosas me dan vergüenza y en los deportes... uf... es horrible. Como nunca logro agarrar una pelota me desespero y angustio muchísimo y prefiero evitarlo todo. No sé porque tengo tanto miedo. 

No me gusta leerles a los adultos, forzarme a conversar con ellos me resulta incómodo y se me apreta el pecho nuevamente. 

Ser tu hija adolescente tiene ambivalencia. Lloro muchísimo, me siento fuera de lugar pero nadie se da cuenta. Solo si dejo de comer hay bulla o si salgo con gente. 

Nunca hablarme sobre emociones, sexualidad, responsabilidad afectiva... siempre el sexo como algo sucio y malo. Y yo de adolescente lo uso como "pago", siento que tengo que cumplirle al otro, porque de muchas formas no soy suficiente.  Pasan muchísimos años hasta que mis emociones entienden que no está mal, que no es moneda de cambio. Pasan eteses, hongos a repetición y otras cosas... nunca con la confianza para contarlo. Hasta que ya no me importa y lo externalizo, no hay respuesta.  No hay escucha. 


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